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Einstein predijo la existencia de ondas gravitacionales que deforman a su paso el espacio y el tiempo. Un siglo después se ha comprobado su existencia en el LIGO, el Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales. Un descubrimiento así no solo confirma que dos agujeros negros se fundieron hace 1.300 millones de años sino que abre una nueva etapa en la manera en que podemos observar el Universo. |
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