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¿Puede haber arte en un laboratorio? Sí. Sobre todo cuando la mirada del científico se hace sensible a la belleza de lo que observa. Tal es el caso de Albert Folch, un físico español que trabaja en Seattle y que ha decidido compartir sus fotografías sobre la belleza involuntaria de lo (casi) infinitamente pequeño. Los títulos que pone a sus imágenes y la oportunidad de su selección son la prueba de que, bien mirado, arte y ciencia no están tan lejanos. |
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